lunes, 8 de octubre de 2012 | By: Camilo Ramírez "Milo".

¿Qué Es Nostalgia?





Nostalgia es sentarse una tarde a recordar cuando el tiempo no existía, cuando solo se anochecía para dormir y se despertaba para jugar, para sonreír, para vivir y no solo para existir.
Nostalgia es pasar por una tienda de esas en donde las vitrinas están llenas de esa sustancia amarilla que cubre con el tiempo todos los cristales, y recordar cuando 500 pesos significaban una fortuna en dulces: Chocolatinas, tostacos, un chocoramo, un jugo “Pitty”, empanadas, refrescos de casi medio metro con agua de dudosa procedencia y con partículas de “sabor extra” (de dudosa procedencia también). Lo que fuera, el almuerzo de un día en una moneda.
Nostalgia es pasar por el frente de el jardín de la infancia y recordar el olor a nuevo de las cosas, como los niños compartían los juguetes, como se hacían esos banquetes de galletas con papas fritas y gelatina en una sola lonchera, como no importaba después la soltura de estómago y como eso podía también ser un boleto a la libertad, porque llamaban a los papás diciendo “el niño se siente mal, mejor venga y recójalo”, y ellos creían en la sinceridad que les expresaba nuestra cara llena de súplica por un baño.
Nostalgia es recordar cómo no había un solo “Montoya” en Colombia, ¡habían muchos! y todos concentrados en un parque, montados en el vehículo más sofisticado del planeta, un monoplaza que podía convertirse en un biplaza adicionando un par de tornillos en la rueda trasera, y que podía hacer más ruido que un motor a reacción solo con un vaso de yogur atravesado entre el chasis y la llanta trasera: Una bicicleta.
Nostalgia es subirse en un bus y leer el letrero que dice “Todo niño mayor de 3 años paga pasaje” y darse cuenta de que ahora tienes 19 años más que la edad del pasaje gratis.
Nostalgia es recordar como los sábados en el canal 9 aparecía un león rugiendo y una voz gruesísima diciendo “Canal A, ya regresamos”, y después de esto seguía la misma voz diciendo “Grandes miniseries: La Cosa”, “El Resplandor”, “Cuentos de la cripta”, “¿Le temes a la oscuridad?”, “Escalofríos” y ver con ansia y curiosidad a ese Golden Retriever con ojos de gato apareciendo en la pantalla, como el preludio de una tarde llena de suspenso y una noche llena de pesadillas, así el capítulo fuera repetido por enésima vez.
Nostalgia es darse cuenta de que dejaste de tener muñecos grandes por miedo a esos que eran fabricados en la planta de “Niños Buenos”, de donde salió el asesino serial más aterrador de toda tu infancia, un sujeto de menos de un metro de alto que, con un cuchillo y mucha imaginación, lograba asesinar cuanta mole de carne se le pasara por el frente.
Nostalgia es recordar que “uno más uno es dos”, mientras que hoy solo ves “Y entonces, reemplazando en la integral la identidad trigonométrica tenemos que la secante de X es…”
Nostalgia es ver los carritos en miniatura y recordar como con ellos hacías una ciudad entera en el patio de tu casa, cómo la tierra de las materas de tu mamá podía ser un desierto, como una alberca llena de agua podía ser el océano atlántico en donde un 15 de Abril de 1912 se hundió el barco más grande de la época, cómo un simple cubo de hielo flotando a la deriva podía ser un gran iceberg, y como los gritos de tu mamá diciendo “¡DEJE DE JUGAR CON EL AGUA!” podían ser más aterradores que el sonido de mil toneladas de acero abriéndose en dos partes en el medio del mar.
Nostalgia es recordar como el ir a una piscina era el acontecimiento más genial de todas las vacaciones, porque la piscina no era solamente un hueco lleno de agua en donde los grandes van a jugar a bajarse los vestidos de baño y a tirarse borrachos con todo y la ropa puesta diciendo “Sábana jajajajajajaja”. No, la piscina era el lugar más divertido de la tierra, un mar completo en donde no montabas sobre un flotador, eras el capitán de una gran embarcación que tenía una sola chimenea y que sonaba “Prrrrrr” al soplar el agua con la boca. Podías ser una ballena que escupía esa agua que hoy te da asco si quiera que entre a tu boca porque recuerdas también que todos los baños quedaban demasiado lejos como para perderse un minuto de diversión.
Nostalgia es recordar cuando le decías a tu papá que querías trabajar un lunes en vez de ir al aburrido salón en donde esa vieja gruñona trataba de meterte los números por los ojos, los oídos y por donde te pudieran entrar. Sí, esos mismos números de los que hoy en día tampoco eres amigo por cosas como esas.
Nostalgia es llegar a final del año en 11 y llorar con “We are the champions” y con “Amigos”, y darte cuenta de que te la pasaste refunfuñando por las evaluaciones que te hacían esos viejos cansones a quienes ahora ves como los ídolos de toda una generación, esos mismos que te enseñaron sobre “El frente nacional”, Egipto, Mesopotamia, Persia, los sintagmas, “I You He She It We You They”, “El teorema de Pitágoras”, potenciación, radicación, los verbos, los sujetos, las conjunciones, “León Tolstoi”, “Jorge Luis Borges”, los acordes de la guitarra, el “Nadaísmo”, el “Modernismo”, el “impresionismo”, y todas esas cosas que ahora mismo se están llenando de polvo en tu cabeza mientras oyes a los ídolos de moda y ves el reality show que mejor define a esta sociedad hecha pedazos.
Nostalgia es darse cuenta de que todas estas cosas han pasado ante tu mirada impasible, que el tiempo, como me dijo una vez uno de mis mejores maestros, “es tu mejor enemigo, porque te muestra día a día en qué la estás embarrando, pero no te da chance de devolverte a arreglarlo sino que te da la oportunidad de que más adelante no lo vuelvas a hacer”, pero que por más de que creas aprender sigues cayendo y cayendo, mientras la vida corre y tú te sientas a descansar. La nostalgia no la produce el ver que la embarraste en el pasado y que no aprendiste, la produce el ver que antes nada de esto importaba, porque no tenías el peso de la sociedad encima, esa misma que te dice que sin un cartón de bachiller y otro de “profesional” no eres nadie y que solo te queda barrer basura en las calles, como si trabajar haciendo que esta ciudad no esté tan asquerosa fuera un estigma, algo de qué arrepentirse y sentirse avergonzado.
Nostalgia es darse cuenta de que antes de abrir los ojos a la realidad solo te importaban los “Armo Todo”, los “Tazos”, “Me salió Charmander, me gané a Squartle, me pelaron a Pikachú”, los “Power Rangers”, las onces de roscón y leche después de un agotador e intenso momento de tareas, dibujitos, colores y operaciones básicas. Y después de abrir los ojos a la realidad resulta que habían más cosas, y muchísimo más complicadas de obtener, como un trabajo… sí, ese mismo que querías cambiar por la aburridora clase de multiplicación de 3 cifras y operaciones con fraccionarios, pero que hoy darías hasta la vida por no necesitar para poder comprarte el nuevo “iPhone” porque el que tienes ya pasó de moda y es obsoleto así haya salido hace tan solo 3 meses, porque comprar un tinto en la calle por 500 pesos no se ve bien y entonces necesitas a “Juan Valdéz” para que te embuta su “Café selecto” por los ojos y las narices y la boca y, con las mismas ansias y sin ningún escrúpulo, te cobre 4 000 pesos por el mismo tinto que te vendía el sujeto del bus en miniatura, que no tenía un motor “V8” sino un “Dos patas” que lo impulsaban con la ilusión de conseguir lo de la matrícula de los niños, las onces, los cuadernos, los servicios, la comida y una que otra “galguería”.
Nostalgia es darse cuenta de que esa frase que dice que “Todo tiempo pasado fue mejor” no es más sino la pura verdad, que no haces girar tu vida en torno al estudio, a las letras, al futuro, ni nada de esas cosas, sino en torno al dinero que podrás ganar después de 5 (o más) años de quemarte las pestañas con un montón de cosas inútiles pero interesantes, que no te importa ir a estudiar por entender sino por sacar buenas notas, como si a la salida en una entrevista te dijeran “¿Y usted cuánto sacó en cálculo integral? Porque acá solo recibimos a personas que hayan sacado más de 4.5”, en que piensas en el futuro como algo que se pudiera comprar con mucho dinero. Lo más chistoso y trágico a la vez es que… ¡Tienes razón! vives en una sociedad que no sabe quién es Beethoven pero que se sabe todas las canciones huecas de Dady Yanqui (o como se escriba), que cambia la oportunidad de aprender a tocar un instrumento por la de aprender a matar extraterrestres con un control que vibra, que cambia un libro por un televisor que enceguece, no solamente por la radiación dañina sino también por el montón de excrementos que sale de esa pantalla y de esos parlantes, porque por ahí te venden la idea de que felicidad = dinero, que tu gobierno te quiere, que tu presidente no es tu servidor sino tu jefe y que por eso puede hacer con tu vida lo que se le dé la regalada gana, que dios es amor pero que ese “amor” cuesta un 10% de tu sueldo, y el tipo que te lo dice violó a su hijo pero no fue juzgado por la maldita sociedad porque es un “hombre de dios”.
Nostalgia, al final de todo, es darse cuenta de que este planeta día a día se está yendo más por la alcantarilla, que hace 50 años los polos eran el doble de grandes que hoy, que los osos polares ahora mueren ahogados, que anualmente miles de ballenas y elefantes son asesinados y quienes lo hacen reciben premios en vez de castigos, que en las plantas de “Shenzen” hoy se ensambla tu nuevo “iPhone” por 5 centavos de dólar el día, mientras que a ti te cuesta dos meses (o más) de trabajo duro, y lo más irónico, en esos 5 centavos de dólar vienen incluidas las vidas, los sueños, las esperanzas y la dignidad de muchísimas personas. ¡PERO TIENE PANTALLA CAPACITIVA Y CÁMARA DE UN CHIRRIÓN DE MEGAHIPERPIXELES!
Y es acá donde me pregunto si este mundo tiene un botón de “Reset”, y tal vez si lo tenga, lo que importa es en donde, para ir a activarlo y regresar todo a las épocas en donde todo era “Caos y Oscuridad”, porque imagino que al lado de este mundo regido por el terror nuclear, la recesión económica, los despidos masivos, las protestas por los “Derechos Humanos” (Y por los izquierdos también), la privatización de la educación y el conocimiento, y los miles más de razones, ese “Caos” sería como el jardín del edén. Tal vez los dinosaurios, en medio de su perniciosa y poco honorable vida, encontraron ese botón de “Reset” del planeta, y le dieron paso a seres muchísimo más capaces de llevar a buen término este paraíso terrenal. Pfff, claro, como no…

0 comentarios:

Publicar un comentario